lunes, 23 de noviembre de 2009

Otro país...es otro país

Nos levantamos a las cinco de la mañana, ya no dormí muy bien por los nervios de volver a viajar, de ver a amigos que hace dos años que no veo y a otros que hace menos que los conozco, pero que también me hacía mucha ilusión ver. Llegamos a la estación a las seis. Y ya la llegada fue casi un milagro, pues en uno de los cambios de metro, mientras estábamos en el andén un vagabundo se sentó en la orilla del andén con sus piernas colgando a la vía. Yo le decía a mi hermana que no pasaba nada, que se retiraría, pero cuando quedaban 2 minutos para que llegara el tren y el hombre no hacía ningún amago de moverse, se me empezaron a crear dudas. Menos mal que vino personal del metro y lo disuadió de sus intenciones. Subimos al metro del que baja un chico negro vestido con un traje de terciopelo rojo, mientras en el andén hay una pareja, el tío con los pantalones medío bajados y un agujero en el culo del calzoncillo. Entonces ya des de el vagón, vemos la cara de una de las empleadas del metro con expresión: "Y que he hecho yo para merecerme esto!! El mundo está loco!"

Ya delante de la máquina expendedora de billetes nos es imposible retirarlos porqué no disponemos de la misma tarjeta con la que los compramos por Internet. Dirán que en Francia se puede negociar, país de derechos. Pero todo eso sólo es blablaba, no hubo manera, perdimos un tren que teníamos pagado por no poder sacar el billete.

Así que con cara de estúpidas, de joder porqué hemos hecho todo en el último momento, con ganas de romper algo. En esos momentos nace un pequeño hulligan dentro de nosotros, pero como le digo a mi hermana llora si quieres, pero mientras tanto busca soluciones. Ante los problemas hay que actuar, así que utilicé mi móvil para buscar en internet otros trenes o manera de recuperar el billete. En esos momentos la pequeña pantalla me mostró un sitio clave de la página, una intranet dónde escribir el identificador del billete.

Más tarde en su casa lo comprobamos y voilà! No hay que fiarse de la gente, porqué nos informaron mal, tanto la de ventanilla como el revisor. Exactamente no nos devolvían la ida, pero si la vuelta. Todo depende de la tarifa de compra. Así que al menos sólo hemos tenido que comprar la ida y la vuelta la cambiamos. Hemos perdido algo de dinero desgraciadamente, pero podría haber sido peor.

Así que aprovechamos para seguir haciendo un soeurs-weekend y visitamos París.
Comimos en Luxembourg, unos jardines dónde se encuentra el Senado, y que junto su Palacio, fueron mandados construir por Catherine de Medicis. Había mucha gente comiendo, paseando, niños jugando con barquitos en el estanque, macetas de flores enormes, al lado de árboles desnudos.




Fuimos hasta grand boulevards y allí descubrimos diferentes galerías muy bonitas. Había una tienda con objetos miniatura de casas de muñecas, impresionante. Después nos dirijimos hasta Opera para ver las vitrinas de Navidad de los Grand Magasin. Los almacenes LaFayette me recordaban a la puerta de la feria de abril. Era un estilo rococó, muy luminoso y de estilo árabe. Las luces se van enciendo progresivamente, como si fuera un amanecer, y realmente el cambio de potencia es muy grande. Entramos en el almacén y alucinamos con la cúpula, es muy bonita, y nos quedamos atónitos con los precios de los perfumes, channel nº 5 a 1111€, y no he puesto unos de más, ehh!!
Posteriormente vimos por fuera las galerias Printemps y nos dimos un paseo por la Opera.




El domingo se adivinó más tranquilo. Por primera vez utilizamos la olla expréss, así que ya sé que las lentejas en 20 minutos ya están hechas, que las dejé media hora y eso parecía puré. Eso sí quedaron buenísimas, con un trozo de lomo del Burgo y un buen trocito de chorizo de mi tío Amador. Uhmmm, y además vinieron Isa y Javi a comer, así que hubo sobremesa, con café. También ya sé utilizar la expresso de casa. Bien!! Por cierto antes fuimos a dar una vuelta por Champs Elysées, ya cerca de Concorde hay un montón de casitas de Navidad y una gran noria. Vendían vino caliente, crêpes, gorros, souvenirs rusos (Me sorprendió ver tanto tenderete ruso, eso sí, que caro que era el ámbar, si vais a Lituania aprovechar), decoración de navidad, y entre todo eso un viento helador y una lluvia que al final nos disuadió para volver a casa.

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