domingo, 12 de septiembre de 2010

AHORA O NUNCA

Todo empezó con un chantaje emocional, acabó con unas víctimas y un viaje que recordaremos, y me recordarán.

El destino era Kyiv, capital de la actual Ucrania y el objetivo juntarnos unos cuantos marcianitos y pasar unos días felices con nuestra supermarcianita Blanca.

La experiencia empezó ya en el aeropuerto, aguantando los 35 grados de temperatura, si no eran más. ¡Qué calor! Nuestro taxista nos esperaba con un cartel a lo Space Invader y Andrés, Manu y yo nos fuimos directos con él hacía el taxi. Una hora tardamos en llegar al centro de la ciudad. Nuestro conductor miraba al frente y hablaba con el móvil, mientras yo me abanicaba, les abanicaba y observaba esa ciudad extraña que me parecía estar construida en Marte. La periferia es un conglomerado de edificios altísimos y de formas algo raras. Y este paisaje futurista se rompía por bosques y acababa abruptamente tras cruzar el puente sobre el río Dniéper.

Poco a poco el taxi se fue internando por la ciudad hasta detenerse en una calle ancha y desierta con edificios que no superaban las cinco plantas. Y allí estaba el piso de Blanca, con el bendito aire acondicionado y el resto del equipo medio adormilado por la siesta y el calor.

Ese primer día fue el de los reencuentros, de hecho casi no salimos hasta la noche porque el calor nos tenía aplatanaditos. Fuimos a comer a un Ucraniano, y ya no me acuerdo de que era la comida típica. Apss, como una bola rebozada hecha con un trozo de pollo enrollado que dentro tiene queso. Después acabamos saliendo de fiesta y bailando salsa, y es que dónde no llegue el baile latino...

No os quiero dar una paliza con toda la historieta, pero voy a enumerar de los sitios más importantes que vimos

El Monasterio de las Cuevas de Kiev o Pechersk Lavra
Patrimonio de la Humanidad, me pareció impresionante. Un conjunto de Iglesias dentro de una zona amurallada. Callecitas dónde vendían miel, unas cuevas con monjes momificados enterrados. Tenías que ir con una vela para ver los pasillos que eran muy estrechos





Monumento a la Madre Patria
Una estatua de una mujer con una espada alzada vigila a Kiev desde las alturas, leí que esta estatua es más grande que la estatua de la Libertad en Nueva York. Situada en un parque dónde se escucha todo el rato marchas militares y que alberga el museo de la Segunda Guerra Mundial, intenta mostrar la valentía y la fuerza de la Unión Soviética.




Creo que es de los sitios más surrealistas de todos los que he estado. Vimos a un grupo de tres hombres al estilo Putin y con una cámara de fotos de carrete, me llamo muchísimo la atención.

Catedral de Santa Sofia
 
Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas



Me pareció impresionante, además asistimos a un acto ortodoxo y se me pusieron los pelos de punta. Vivir una ceremonia religiosa en ese silencio roto por los cánticos de unos cuantos curas barbudos que iban dando vueltas alrededor de un círculo y dando la bendición me llamó mucho la atención.

Plaza de la Independencia

Es la plaza más importante de Kiev. Hacía tanta calor que la gente se bañaba en las fuentes, hasta nosotros aprovechamos para refrescarnos un poco los pies.



Quizás todos estos elementos le dan a Kiev un carácter exótico. Uno se cansa de ir a n'importe où y ver a la gente vestida igual, las mismas tiendas y cadenas de restaurantes. Aquí hasta el metro es diferente, para entrar tienes que insertar una pieza de plástico, si no lo haces las puertas se cierran. Es decir, las puertas están siempre abiertas y si estás en el metro es porque has pagado porque la máquina se traga tu monedita azul y no tendrías manera de demostrarlo. Además chicos prepararos que las ucranianas son guapísimas, eso sí deben ir con tacones hasta en la piscina ;)

Me faltan muchas cosas por explicar, pero sino creo que no publicaría la entrada. Si queréis una guía rápida de Qué ver en Kiev, aquí os dejo un LINK.

Nosotros vimos lo justo y es que tres días son pocos para descubrir los secretos de esta ciudad.

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